sábado, 2 de enero de 2010

A un mes de Copenhague y de los dos grados que bastarán para averiguarlo

En pocos días se cumplirá un mes de efectuada la COP15 (La XV Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático en Copenhague, Dinamarca) que se llevó a cabo dentro de la segunda y tercera semana de diciembre (del 7 al 18 de diciembre del 2009) donde fuimos testigos de cómo la oportunidad de decidir sobre un plan concreto y efectivo, para reducir las emisiones de carbono, terminó siendo un plan inconcreto y para nada efectivo. Lo cierto es que de antemano se discutía sobre la poca probabilidad de éxito de COP15 debido a la cantidad de países (192) y posturas. Sin mencionar el hecho de que, históricamente, la mayoría de las emisiones han sido hechas por EEUU, países de Europa y demás países industrializados, y de que ellos deberían ser los que aportasen la mayor cuota para que los objetivos se logren. A pesar de todo eso, el objetivo principal, de la mencionada cumbre, seguía siendo el de un nuevo protocolo al anterior (Protocolo de Kyoto) jurídicamente vinculante y que, esta vez, incluya a los EE.UU. Con medidas enérgicas basadas en la conciencia pública sobre los problemas relacionados con el cambio climático, el nuevo acuerdo resultaría con compromisos legamente vinculantes para los países industrializados, y con objetivos mayores a los, actualmente, limitados porcentajes acordados en Kyoto. Por otro lado, el objetivo real resultó siendo un borrador del acuerdo (un acuerdo secreto) en el que se promete un límite de 2 grados Celsius para el calentamiento global, con un acuerdo políticamente vinculante, nada más. Justamente, este punto fue el central de debate, junto con la cantidad de dinero que se promete será otorgado para la lucha contra las emisiones (100,000 millones al año para el 2020).

Se trata pues, de la decisión de la ONU respecto a, lo que ellos llaman, el punto de vista científico. Un punto de vista que, ellos señalan, menciona como suficiente la meta de los dos grados. Es entonces, un reconocimiento de la necesidad que existe pero sin ningún compromiso formal ni una fecha establecida para cumplirlo (al menos, no formalmente). Donde la única fecha establecida es el mes de febrero del presente año para una revisión de los objetivos logrados.

Era ya de madrugada el 18 de diciembre, en Copenhague, cuando se proponía un proyecto del acuerdo. Al parecer, Obama intervenía en dicha reunión secreta ayudando a crear un acuerdo no inclusivo. Era ya de madrugada, también, el 19 de diciembre, cuando el Primer Ministro danés convoca a una reunión para la clausura de la mencionada cumbre. En ella se da a conocer el acuerdo, que se había tomado de manera secreta y excluyente, a los demás países. Es en ese momento, se desatan las protestas y los reclamos del resto de países ante el acuerdo que se presenta como un claro “tómalo o déjalo”.
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“Hopenhagen, Ciudad Esperanza” nombrada así por una coalición de agencias de publicidad y marketing en coordinación con la ONU.
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¿Y cómo podría afectar todo esto a Latinoamérica? Pues bien, según el Banco Mundial, Latinoamérica y El Caribe está muy expuestas al cambio climático en cuatro zonas:

1. La Cuenca del Amazonas (Ecuador, Perú, Brasil, Colombia y Bolivia) por los deterioros de los ríos.
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2. El compartimiento de los Andes por parte de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia los hará víctimas del calentamiento de la cordillera.
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3. En El Caribe las islas pequeñas serán las más desprotegidas ante el aumento del nivel y el colapso del ecosistema de los arrecifes de coral.
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4. Honduras, México, Belice y Nicaragua, se verán afectados por huracanes que recorren América Central.
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Pues bien, como siempre estamos premiados (además recordemos el problema hídrico para el Perú vaticinado para el 2015 y el 2025).

Después de lo mencionado, frases como: “Si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado”, hechas por Presidente Chávez en COP15, nos dejan muy claro que todo queda, entonces, enrumbado para la cumbre del 2010 en México. Donde, seguramente, los créditos de carbono y los REED seguirán siendo los favoritos en cuanto a medidas implementadas para restringir las emisiones de carbono. Porque resulta poco creíble que el Gobierno de los EE.UU. decida entregarles algunos millones de dólares a los países pobres para la lucha contra el cambio climático (a no ser que sea para el inicio de alguna guerra). Además, se espera que el transporte internacional (tanto de pasajeros como de mercancías, marítimo y aéreo) siga sin ser un tema tocado por la Cumbre sobre el Cambio Climático.


Las imágenes (Zapatero, Obama, Merkel y Sarkozy) responden a la campaña hecha por Greenpeace. Carteles como estos podían verse dentro del aeropuerto de la capital danesa los días de la cumbre, donde muchos de los líderes mundiales fueron representados pidiendo perdón en un futuro no muy lejano.

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